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La burrita de mi padrino Chico.
Había
una vez una burrita llamada Anastasia, de unos días para acá se empezó a
entristecer Pobrecita ¡se veía tan fea! Cuando su hocico arrugado se reflejaba
en la canoa para beber, casi se asustaba: unos ojos rasgados y pequeños, una
nariz peluda y, para colmo, unas orejas inmensas, como aspas de molino.
Todo el mundo admiraba a los caballitos del Señor Romer Moreno agitando sus
melenas y en cada salto sus patas largas y hermosas.
Ella
trataba de imitarlos, pero no podía saltar, era desafortunada, con sus piernas
cortas y con su cabezota eternamente inclinada hacia el suelo. Siempre acababa
por hacerse la desentendida, ni se detenía como para comer hierba, pero en
realidad era para disimular sus lágrimas delante de los demás animales que
pastaban en el potrero de Ricardo Viloria.
Y lo que más envidia
le daba, era contemplar a los niños, cuando acariciaban el sedoso lomo de los
caballos de Pepe el de Albina, sin dirigirle a ella jamás una palabra amable,
ni una mirada dulce y, menos todavía, una palmadita cariñosa; le decían:
– ´´chita burra fea
y triste, eche pá allá´´
Harta de tragar
amargura un día, decidió irse de su casa. Fue en una tarde de mucho invierno en
la Comarca El Corozo. Al volver de abrevar en la Canoa se quedó más triste que
nunca. Al ´´trastumbar´´ los animales camino real arriba, se dio media vuelta y
se dirigió a las montañas de Esdovas.
Estuvo muchas horas
caminando sin saber exactamente a dónde ir. Se asustó al hacerse de noche.
Estaba lejos de su casa, de su caney calentito con suelo de paja tibia. La
tristeza y nostalgia le hicieron un nudo en la garganta. Extrañaba a Chico e
Ignacia que le trataban con cariño, pensó para sus adentros que no todo era
gris, que había personas que llenaban de color su vida, y solo unos pocos eran
los que la maltrataban. Pero ahora ya, aunque quisiera, no sabría volver.
Rebuznó con toda la fuerza de sus pulmones en el Filo de la Cuchilla.
Sólo el eco le
contestó. Con el corazón oprimido y ´´titiritando´´ de frío continuó su
marcha hacia el Zanjón húmedo y tenebroso de las mariposas. Era
cerca de las diez de la noche y se sentía agotada, entró en una cueva grande
para protegerse del frío. El miedo y la añoranza de nuevo la amenazaron y le
hicieron acordarse de casa. Allí estaba sola y lejos de todo.
En ese instante no
era la única que buscaba cobijo en la fría noche invernal. Un matrimonio joven
acababa de entrar en la cueva junto a un muchachito de doce años. Un
sentimiento de simpatía y compasión se apoderó de ella, los recién llegados,
sin ninguna queja por nada, se dispusieron a pasar allí la noche. El niño se
acercó a Anastasia, le acariciaba su hocico y decía:
– ´´mamá, papá, esta
burrita tan linda estará perdida, tiene miedo, se ve que estuvo llorando´´
La señora responde:
– ´´si, hijo mío,
seguro se perdió en el potrero, y quiso pasar la noche aquí, gracias a ella
pudimos encontrar este lugar´´
El papá
responde,
–́ ́la podemos
llevar a Esdovas, seguro viene de allá, así nos acompaña en el camino. Yo
traigo por acá unas tablas y le puedo hacer una silla bien bonita como las que
hace mi amigo Gerardo el de Pablitos ́ ́
y el niño dice con
voz alegre:
– ´´que bueno, así
yo voy cabalgando, es mejor que cualquier caballo, es muy linda, me recuerda a
nuestra burra Blanquita, seguro sus dueños estarán muy contentos con
ella´´
Entre risas y
compartir en familia, la burriquita Anastasia se siente muy feliz con todos los
halagos que recibe, pues se siente en un verdadero hogar. Está muy contenta
porque va acompañar a esta extraña familia a la Comarca Esdovas.
La mujer, joven y
bonita, dio una palmadita a la burra para que le dejara sitio. Ella, gozosa de
ver que alguien contaba con ella, se hizo a un lado. El joven esposo y padre
del muchacho le buscó un poco de pasto y acarició sus orejas. Anastasia comió,
pues estaba débil por tanto caminar, sintió mucha felicidad, ya no pasaría una
noche con miedo en esa cueva tenebrosa. La presencia de aquellos visitantes le
llenaban de consuelo y paz. Sus ojos se cerraron y todos se acomodaron para
dormir escuchando el canto de los grillos y contemplando los destellos de
muchas luciérnagas que en nuestra comarca les llamamos ´´suqueces´´
Se despertó
sobresaltada. Debían de ser las cuatro de la mañana, vio que una luz
vivísima lo envolvía todo. Pero no venía de fuera. La luz brotaba de dentro de
la cueva. La familia estaba de pie, en el rincón de la cueva haciendo oración,
pues al amanecer seguirán su camino a la Comarca donde les esperaban con
alegría. La borriquilla se acercó más a ellos y sentía una alegría muy
profunda. Sin saber por qué, quería con todo su corazón a aquella familia
humilde que la había tratado con tanto cariño y sacado de su corazón tantas
cosas feas que la hacían sentirse inferior o compararse con los demás. En ese
instante se volvió a quedar dormida y soñó con su casa, con sus primos los
potrillos, con los niños, que la acariciaban y jugaban con ella. Y,
curiosamente, soñó con el niño que la había invitado a la comarca Esdovas.
Al despertar, ya el
joven carpintero le había hecho una hermosa silla, y la madre le colocó una
dalmática de tela muy bonita que le había regalado Gertrudis Viloria. Le
pusieron la silla y también le colocaron sobre el cuello una corona de flores
de tulipán típicas de esos caminos.
–Quedó hermosa
dijo la joven familia.
Siguieron su camino
montaña arriba cantando a Dios el siguiente canto:
´´Alegre la mañana
Que nos habla de ti
Alegre la mañana´´
´´Alegre la mañana
Que nos habla de ti
Alegre la mañana´´
Al llegar a Esdovas,
los habitantes de esta comarca recibieron a la joven familia con mucha alegría,
le tenían preparada una casa muy bonita en frente de la escuela y al lado de la
señora Virginia. Se armó la fiesta, y los Briceños entonaban canciones
maravillosas con el cuatro, y el Señor Virgilio Araujo los acompañaba con el
violín. La gente estaba preparando un gran sancocho de gallina criolla para la
familia recién llegada.
Así fueron
recibidos entre cantos y alegría. El Padre Salas Bencomo, preparó una misa muy bonita
para dar la bienvenida a la Sagrada Familia que serán los patronos de la
Comarca.
La familia se
acercó a Anastasia y le dijeron;
--gracias Anastasia
por acompañarnos en el camino, debes regresar a la Comarca El Corozo y decirles
a todos sus habitantes que desde las alturas de esta gran Cordillera les
acompañamos. Nosotros siempre estaremos visitando los hogares, así que nos
volveremos a ver. Le abrazaron, y se despidieron.
Anastasia salió
corriendo camino real abajo y en un instante ya estaba en Casa, llegó al patio
y todos la estaban esperando preocupados. Se alegraron al verla tan bonita con
la dalmática nueva, la silla, la corona de flores y una sonrisa de oreja a
oreja. Mi padrino Chico y mi Madrina Ignacia la abrazaron, los niños no paraban
de jugar con ella y de buscar flores para seguir adornando su silla.
En ese mismo
momento va llegando la Señora Ana Ofida cargando un nicho con la imagen de la
Sagrada Familia, entraron todos a la sala y Anastasia sorprendida reconoció que
esa había sido la familia con la que ella había compartido en la cueva aquella
noche fría de invierno. Adelmira prendió el cabito de vela y Anastasia movida
por un extraño poder que salía del nicho comenzó a hablar contando toda la
historia vivida. En casa la escuchaban con asombro; pues la burrita de mi
padrino Chico que bien hablaba de lo vivido, lo que aprendió de la Sagrada
Familia de Nazaret. Su vida ya no fue la misma. Ahora se quería así misma y
valoraba las cosas sencillas de la vida.
Colorín colorado
este cuento se ha acabado.
Frases maravillosas sobre la Sagrada Familia de la Beata
Alejandrina Da Costa
"En
cada detalle de la Sagrada Familia se encuentra la grandeza del amor."
"En
la Sagrada Familia encontramos la importancia de cuidar y proteger a nuestros
seres amados."
"La
Sagrada Familia nos enseña que el amor no conoce barreras."
"La Sagrada Familia es un recordatorio de que el amor siempre triunfa."
"En cada puerta de la Sagrada Familia se encuentra la bienvenida al amor."