lunes, 27 de noviembre de 2023

¡Vamos a casa Gaviota los niños nos esperan!

 


9

¡Vamos a casa Gaviota los niños nos esperan!



“Dichoso el que piensa en el débil; 
el Señor lo librará en el día de la desgracia ¨Salmo 41:1


En la cama número 20 de la Emergencia del Hospital Central de Valera, sección de mujeres, área Cardiología, se encuentra mi nona Cornelia Barrios de Araujo con 37 años de edad y madre de 7 niños: Martha, María, Jesús, Audelino, Ramona, Mariano y Dolores. 

Está muy delicada de salud con insuficiencia renal debido a un problema en el corazón, tiene en su mente una preocupación profunda que le está desgarrando su alma;

 ya que  lleva una semana en el hospital y  los médicos aún no le han informado sobre su enfermedad. 

Mi toto Ramón le está atendiendo con mucho sacrificio, ya que está al tanto de los niños que se han quedado solos en casa con Martha, 

María y Jesús que son los mayores, allí cuidan de los pequeños. 

Son tiempos difíciles en el país.

Es la década de los años 60, muchas realidades de pobreza y exclusión afectan a la Región Andina. Se suman a estas situaciones un terrible verano que no ha permitido el desarrollo de las cosechas. Los campesinos de la Comarca del Corozo y otras zonas de la Quebrada no tienen un sistema de riego, las siembras sólo dependen de las lluvias, por lo tanto, la gente sufre la escasez. Hay hambre en las familias, y el trabajo del jornal era de sol a sol e implicaba mucho esfuerzo, casi 11 horas de trabajo muy duro.

 

¡Ay Ramón! Estás por acá.

¿Qué noticias me traes de mis muchachitos?

 ¿cómo están?

Tengo tantas ganas de verlos.

 ¿Cuánto tiempo estaré en este hospital?

 ¿Cuándo volveremos a casa?

¿Cuándo pasará este dolor en el pecho?

 

Mi querida Cornelia aquí estoy para darte apoyo. Los niños están bien; por las noches quienes lloran más son Audelino y Ramona. Marta se ha convertido en la segunda Mamá de Mariano y Dolores. María ayuda con los oficios de la casa y Jesús le está ayudando al Señor Jacinto a cosechar caraota.   ¡Ramón, cuánto me alegra saber de ellos!

Él la toma de la mano, le da un beso en la frente y  acaricia su cara, manifestando su afecto y cariño. Todo estará bien mi Gaviota, confiemos en Dios y en la Virgen, pronto regresaremos a casa con los niños. Ella sonríe sintiendo internamente una sensación de consuelo, que como un fuego inunda su corazón devorando la desesperanza y la desolación. Se queda dormida.

Y Ramón sigue allí pensando.

¿Qué enfermedad tendrá mi Gaviota?

¿Qué va a ser si Cornelia muere?

Son muchos niños y muy pequeños.

La situación es tan difícil.

¿Cómo saldré adelante?

Ojalá llegue pronto el invierno para poder tener

más trabajo en el jornal.

¡Padre Eterno ayúdanos!

 

Mientras tanto, yo me quedo dormida profundamente consolada por la presencia serena de Ramón. Es un hombre muy bueno, es mi apoyo y mi fortaleza. Ese día soñé que estaba en casa y atendía los oficios del hogar. Ramón estaba en el patio jugando con los niños y moliendo el maíz. Vamos a preparar una buena cena. Con maíz nuevo haré unas cachapas rellenas con cuajada y mantequilla que me trajo mi amiga Mina. Los niños están contentos, nos sentamos todos a la mesa a cenar y damos gracias a Dios por el alimento. Yo me levanto de la mesa y voy pasando por cada puesto dándole la comida a los niños. Luego los abrazo y les digo que todo estará bien, si llego a faltar siempre cuidaré de ustedes.

 

Me acerco a mi buen Ramón, le quito el sombrero, lo abrazo y acaricio su pelo. Le digo, mi viejo muéstranos el premio que te ganaste en la Rifa de la feria de San Roque. Ramón se levanta con una sonrisa cargando a Dolores y va al cuarto; saca una bolsa de tela y dice, hoy es un día de fiesta...Los niños más grandes están sorprendidos y quieren saber que hay en la bolsa. Yo también estoy emocionada por saber qué se ganaría,  pone la bolsa en medio de la mesa y les dice a todos que cierren sus ojos. Me pide a mí que junto con Mariano saquemos lo que está escondido. Al abrirla se ve una pequeña caja cuadrada de color azul. Los niños no saben qué es. 

¡Ramón, te ganaste una radio! Entonces encendemos la radio que era de baterías. Sintonizamos, una emisora que emite las rancheras de las hermanas calles. Los niños no salen del asombro y la alegría. 

Todos nos ponemos a bailar en aquel humilde comedor. Estábamos en un momento muy profundo de eternidad. 


Era experimentar allí la alegría del cielo. Yo bailo con Ramón la canción de Gaviota, así me decía él por cariño. Le expreso mi alegría porque tuvimos esa bendición ganarnos la radio. 


¡Nuestros días serán más alegres!


Me despierto y veo que Ramón está allí. Me trae la comida. No me provoca comer. Ramoncito, busca la taza y llévale esa comida a los niños. Ramón ¿los niños estarán cuidando la radio?

Ramón siguiéndome la corriente como si conociera aquel sueño, me dice, si, Jesús lo guarda en el baúl. Todas las noches se sientan en el filo a escuchar las rancheras. Están muy alegres y esperan que pronto regreses a casa.

Allá por el pasillo va el médico, ve a preguntarle sobre la enfermedad.

Doctor ¿cómo sigue mi Cornelia? El doctor me dice, le queda poco tiempo de vida, tiene una miocardiopatía. Es una enfermedad del corazón en la que, debido a distintos factores, los músculos cardíacos están dañados, por lo que este no puede funcionar como es debido, no bombea la cantidad de sangre suficiente, y por lo tanto, la persona llega a padecer como su esposa insuficiencia cardíaca. En la medicina popular le llaman Hidropesía. Esa noticia me traspasó el alma. Las lágrimas me desbordan. Dentro de mí algo se rompe. Pienso en ella, en los niños, en la familia. ¡Doctor, la puedo llevar a casa para que por lo menos se despida de los niños! El doctor me dice, no es posible, está muy delicada de salud para viajar. Le ruego déjeme sacarla del hospital.  El doctor me responde. Para poderla llevar deben firmar unos papeles y aplicar el tratamiento al pie de la letra.

Hago la diligencia con el señor Sixto que había bajado al mercado municipal, 

quizás le quede un puesto en su carro para subir hoy mismo. 

Así fue, si había puesto disponible.

 La carretera es de tierra. 

Va muy agotada por el viaje.

 En la Virgen del Teleférico paramos a colocar un alumbrado, 

rezamos el Ave María y seguimos. 

Gaviota el doctor me dice que te vas a mejorar.

 Después de un largo viaje en el carro de don Sixto llegamos a la comarca 

El Corozo. 

Los niños salen contentos a recibir a su mamá.

Yo siento mucha alegría de verlos, los veo muy grandes, esa semana en el hospital parece que fue un año. Estaba muy aburrida y preocupada por mis niños. Marianito y Dolores me abrazan y no me quieren soltar, son los más pequeños, pienso tanto en ellos. Audelino y Ramona se abrazan a mis piernas y acarician mi pelo.  Veo que Martina y María tienen la casa ordenada, cuidan muy bien a los niños. Mi Jesús está hecho todo un hombre, esa gorrita se le ve muy bonita. Allí estoy yo sentada, ya muy débil. Llegan amigas que tanto quiero: Melania, Elba, Ignacia, Cristina, Bernabela, Mariana y Mina. Martha me comenta que la maestra Sofia Ruiz llegó ayer, y les trajo avena con pan. Se sentó un rato con ellos a jugar. Ella estaba preocupada porque los niños no pudieron volver a la escuela desde que me enferme. Pues ya llevo 2 años con esta enfermedad. La Señora Melania y el Señor Hilarión siempre están disponibles para ayudarnos con los niños desde que todo esto comenzó, cómo quisiera yo que fuera simplemente un sueño, pero es así.  

En la casa está llegando mucha gente, siento que me voy despidiendo de todos. 

Aunque Ramón no me ha dicho nada, sé que me quedan pocas horas. Solo le pido a Dios y a la Virgen por los niños, algunas de mis amigas me dicen que esté tranquila que ellas estarán a cargo de los pequeños.

Ramón, llévame a la Sala, ya estoy cansada. Él le dice, mi gaviota no te me vayas. Tráeme a los niños para despedirme de ellos. Se quedaron un buen rato conmigo en la sala. Me empiezo a sentir muy mal. Entonces sacan a los niños al patio. Mis ojos poco a poco se van apagando. Una luz muy luminosa llega a la sala. Ya no siento dolor en mi cuerpo. 

Una presencia muy tierna me abraza, en el fondo escucho la música tradicional de nuestras fiestas. 

Respiró profundamente e inició mi viaje a la eternidad. Mis niños siempre estaré con ustedes. 

 Marta y Jesús se abrazan al ver a su mamá partir. Gertrudis y Melania abrazan a María y se hacen cargo de atender a los más pequeños.

Marta dice mi mamá se ha ido de viaje, 

pero pronto regresará en el carro de Don Sixto.

Después del entierro llegó mi papá a casa muy cansado, recuerdo que traía unas cabuyas en las manos, la expresión de su rostro era muy triste, sin embargo, me mira y señala al cielo diciendo. Mi Gaviota vuela ya. Ramoncita y Audelino no paraban de llorar. Mi papá los sienta a los dos sobre sus piernas, los abraza cantándoles aquella canción que mi mamá había escuchado en aquel sueño. Y así vamos creciendo con muchas dificultades. Bajo los cuidados de las amigas de mi mamá que realmente eran una salvación en los momentos que no teníamos comida. Mi papá se esfuerza por sacarnos adelante. La depresión lo ha hecho caer otra vez en la bebida. Trabaja de sol a sol para levantar la familia. Con mucha dedicación nos lleva el pan de cada día. Siempre tuvimos la certeza del regreso de mamá. Ella llegará en cualquier momento por nosotros. Mariano será el primero en partir a su encuentro, luego vendrá por mí y por Ramoncita.

Me despierto en aquella cama de hospital.

Ramón me dice,

vamos a casa Gaviota.

Los niños nos esperan.

Todo era un sueño, tu corazón está muy bien,

lo veo lleno de flores.

Te amo mi Gaviota.


“En el agua se refleja el rostro,
y en el corazón se refleja la persona”.
Proverbios 27:19:

Capítulo 9
Dedicado a toda la familia Barrios Araujo.
 A quienes llevamos en lo profundo del corazón a ellos
 que desde la Eternidad nos cuidan,
nos bendicen y nos cuestionan nuestro modo de vivir.  


“Comerás del fruto de tu trabajo; serás dichoso, te irá bien”
Salmo 128:2:





martes, 21 de noviembre de 2023

Dos miradas que reflejan novedad

 


 ¡Contigo se me hace corto el camino!


Freddy de Jesús ARAUJO SchP


Van saliendo un grupo de muchachas de la escuela Sofía Ruiz. Yo voy subiendo la carreterita empujando mi bicicleta. Antes había estado visitando a mi madrina Ignacia que estaba un poco quebrantada de salud con dificultad para respirar.

 

Hay un silencio especial en el ambiente,

solo escucho a lo lejos el cantar de los pájaros,

algunos sonidos de los niños en el recreo de la escuela,

el sonido que genera el movimiento de la rueda de la bici.

 

Sí, estoy pensativo, mi mente está distante de la realidad…Tengo a mi mamá cerca repitiéndome unas preguntas del domingo pasado en la madrugada: ¿Freddy por qué tienes tanta pereza de ir a misa? ¿Por qué no quieres  participar en las cosas de Dios?  

 

De repente una dulce voz interrumpe mi pensamiento.

Hola ¿has visto pasar a unas muchachas por acá?

 Desacelero el paso y el ritmo de la bici,

 inmediatamente volteo hacia atrás,

es una muchacha muy linda,

se encuentran dos miradas que reflejan novedad,

 se dibujan dos sonrisas,

sus ojos me trasmiten ternura.

Una expresión muy bonita de alegría

 ilumina nuestros rostros,

 pareciera que el tiempo se detiene,

se acelera el palpitar del corazón.

 

Yo respondo como quedándome sin aire: hola, qué tal. No he visto a tus amigas.  Ella contesta; seguro se fueron apuradas a pastorear las chivas.

Soy María Isabel y me dicen Chavela. Yo le contesto cordialmente dándole mi mano, mucho gusto, soy Fredy y me llaman Rerre... ella sonríe... ¡ah el hermano de Chalo! 

¿Y tú eres de la Comarca El Totumo ? se sonroja con cierta picardía, pues a los habitantes de este lugar no les gusta mucho ese nombre. Prefiere que le llamen El Corozo Parte Alta.

 

María Isabel

¿Quieres que te acompañe?

Me contesta, ¡si claro!

Mis amigas se fueron antes y me dejaron sola.

¡Pues yo te acompaño!

En ese instante recordé una frase de Arévalo

 el novio de mi hermana:

¡es un regalo encontrar una nueva amistad!

 Vamos conversando y el ambiente entre los dos se va haciendo agradable. Yo estudio en el pueblo segundo año de bachillerato. Quizás no te conocía muy bien porque cuando yo estudiaba tercer grado en la escuela me cambiaron al grupo escolar Tosta García. Tenía algunas dificultades de aprendizaje y mucho temor a una maestra que bloqueaba mi proceso para asimilar los conocimientos.  Yo me alegraba cuando ella faltaba a clase, ese día era el más feliz de mi vida. Ella me mira fijamente y me dice, menos mal que a esa maestra le dieron otro cargo. Si, cuando me enteré di gracias a Dios. Para ser maestro hay que tener vocación para enseñar y hacer que los niños se enamoren de los estudios. Gracias a Dios al llegar a la nueva escuela mis compañeros me recibieron muy bien y la nueva Maestra Ramona Rivas me trató con mucho cariño, con paciencia y amor. La considero una segunda mamá. María Isabel se alegra al escuchar mi historia, me cuenta con ilusión que pronto finaliza su sexto grado y que su hermana Soraida la está motivando para estudiar en el liceo. Está muy alegre por las actividades que realizan en su casa de catequesis con los niños y las visitas a los ancianos y enfermos.


Sabes, ir al liceo al inicio da cierto temor,

pero poco a poco se va superando.

Yo te puedo ayudar con algunas recomendaciones.

Entonces Chavelita pronuncia una frase que inunda mi corazón

¡amigo Rerre, gracias,

me ayudaras a no tener miedo!

¡Es una nueva etapa y

muchos profesores!

 

Al llegar al negocio del Señor Alfonso, le invito a tomar una malta con galletas rellenas. Después continuamos el camino vía el Corozo Parte Alta.

 

El camino se nos hace corto:

miradas elocuentes, risas y

deseo de conocernos van marcando

el inicio de una amistad muy bonita.

En unos meses se convertiría en

una hermosa experiencia de jovencitos enamorados.


Bueno Chavela, ya estamos cerca de tu casa. Ella me dice entremos un rato, ay no puedo, me acorde que mi papá me mandó hacer un mandado y se me olvidó. Es normal con tan buena compañía. Ella se sonroja y sonríe.

Me dice ¿cuándo nos volvemos a ver? Puede ser pasado mañana. Me comentaste que saldrás con tu tía Eloina…

Entonces nos vemos ese día por la tarde, nosotras vamos a la Virgen del Teleférico a pagar una promesa. Nos acompañas y rezamos un rato. Muy bien María, el otro día fui a pagar una promesa porque pasé una prueba de reparación de matemática. ¡Qué bueno la Virgen te ayudo!, si ella y mi prima Luz que explica muy bien.

A las tres nos vemos, chao un placer conocerte. Gracias por acompañarme a la casa.

 

Entonces regresé a casa experimentando mucha alegría…por el camino real empecé a cantar esta canción.  

De la sierra morena

Cielito lindo vienen bajando

Un par de ojitos negros

Cielito lindo, de contrabando

Ay, ay, ay, ay, canta y no llores

Porque cantando se alegran

Cielito lindo, los corazones

 

Llegue a casa y estaban todos reunidos en el corredor conversando después de un día de trabajo. Mi hermano Chalo estaba jugando con su perrito kim…me dice y usted pa´ dónde andaba. Les conté lo vivido y me empezaron a echar bromas. Ay se nos enamoró Freddy para El Totumo. Tu amiga es hermana de mi novia Lola. 

¡Ahora si los perdimos a los dos! dijo mi hermana Morela. Siguieron bromeando diciendo que nos mudaríamos al Totumo.

De unos meses de amistad profunda surge el primer amor. Recuerdo que nos escribíamos cartas y yo le dedicaba algunas frases bonitas. Nuestro cartero era mi hermano o mi tío Virgilio. ¡Qué  emocionante recibir una carta o encontrarnos en algún lugar!  ¡Qué tiempos aquellos!

Gracias a María Isabel regreso a la Iglesia, me integro nuevamente a la Legión de María y juntos realizábamos el trabajo de visitar enfermos. Disfrutamos mucho el sentarnos a estudiar juntos por las tardes en el corredor de su casa. Luego nos escapábamos a visitar a la Señora Blaza, nuestra confidente. Allí la pasábamos los domingos por la tarde, riendo y conversando de cualquier cosa.  También nos apuntamos como voluntarios en la preparación de la primera comunión. Tengo que confesar que encontrar este primer amor fue enamorarme también del Evangelio. Pues preparando las actividades para los niños hizo que el mensaje de Jesús empezara poco a poco a hacer morada en mi corazón. Mi mamá ya no tenía que obligarme a ir a la Misa. Yo era el primero que me levantaba para hacer el café y alistarnos para salir al pueblo a la Eucaristía. Por el camino me encontraba con esa persona especial que ocupa un lugar en mi corazón. Estar enamorado es una experiencia muy bonita, te cambia la vida, a veces la complica y la pone patas arriba. Ese movimiento del corazón me permitió sentirme vivo, más seguro y experimentar el arte de dar y recibir afecto. También ir descubriendo poco a poco la fuerza que tiene el Evangelio para suscitar el deseo profundo de servir a los más necesitados. Encontrarme con Jesús en la Palabra fue reconocer que Él a través de  María Isabel  me salió a mi encuentro. Algo faltaba a mi vida, necesitaba ir sacando todo un potencial que estaba allí oculto. De ser un muchacho tímido empecé a relacionarme con los demás de manera segura y cordial. Un liderazgo nuevo surgió en las actividades pastorales de la comunidad. 

¡Gracias María Isabel por tu Cariño y amistad! 

Gracias a mis hermanos de la Comarca el Totumo por su apoyo y cercanía.

 ¡Dios bendiga siempre a todas las familia!

 



viernes, 10 de noviembre de 2023

¿Cuál es el aceite que arde en mi la lámpara?





¿CUÁL ES EL ACEITE QUE ARDE EN MI VIDA ?

 

 

              Prevención, espera, vigilancia y atención

 

Sucederá entonces con el reino de los cielos como lo que sucedió en una boda: diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. Las despreocupadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; en cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas. Como el novio tardaba en llegar, les dio sueño a todas, y por fin se durmieron. Cerca de la medianoche, se oyó gritar: “¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas. Entonces las cinco despreocupadas dijeron a las cinco previsoras: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.” Pero las muchachas previsoras contestaron: “No, porque así no alcanzará ni para nosotras ni para ustedes. Más vale que vayan a donde lo venden, y compren para ustedes mismas.” Pero mientras aquellas cinco muchachas fueron a comprar aceite, llegó el novio, y las que habían sido previsoras entraron con él en la boda, y se cerró la puerta. Después llegaron las otras muchachas, diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” Pero él les contestó: “Les aseguro que no las conozco.” Manténganse ustedes despiertos —añadió Jesús—, porque no saben ni el día ni la hora.   San Mateo 25:1-13

Meditar esta Buena Noticia de Jesús, me pone en sintonía con una pregunta que siempre ha resonado en mí ¿cuál es el aceite que arde en mi vida?

Es inevitable recordar las clases de catequesis cuando nos explicaban la parábola de las diez vírgenes. 

Posteriormente cuando recibí la hermosa tarea de ser catequista recuerdo que a los niños les encantaba dar su opinión sobre estas palabras de Jesús.

Jesús a lo largo de su experiencia de vida nos propone un itinerario de seguimiento marcado por la fraternidad y la comunión. Para que esta experiencia sea real Jesús nos propone parábolas para comunicarnos lo que vive en su corazón. Al contar este relato de las diez vírgenes nuestro Maestro de Nazaret está expresando a nosotros sus oyentes la necesidad de estar preparados para recibirle. El banquete de bodas se relaciona claramente con cada uno de nosotros en la dinámica propia de la vida: el desarrollo de la familia, los estudios, el trabajo, las decisiones por asumir, el día a día con sus afanes, alegrías, esperanzas y sufrimientos. En todos estos ámbitos se requiere las actitudes que el Evangelio nos regala.

Me atrevo a nombrar cuatro tipos de aceites que arden en mi lampara interior.

Aceite de: prevención, espera, vigilancia y atención. 

La finalidad de cada una de estas palabras claves es poner mi vida en dirección al proyecto humanizador de Jesús. La propuesta del Reino de Dios no es ajena a mi realidad personal, me vincula al deseo que Dios quiere para nosotros sus hijos.

 Ahora quiero integrar cada una de estas palabras a mi experiencia de vida a través de cinco convicciones que son fundantes de mi caminar cristiano; espero les pueda ayudar a seguir fortaleciendo la identidad de Hijos amados de Dios.

 Yo deseo vivir en actitud de prevención: saber disponer tiempos, espacios adecuados y medios para revisar lo que acontece en mi mundo interior. Personalmente me ha ayudado el llevar un diario de vida o donde voy describiendo mi estado interior. Es importarte para mi trabajar aquellas actitudes que no ayudan a construir fraternidad.

Quiero prepararme para saber esperar, la espera para que no sea aburrida debe tener contenido, en lo concreto ese contenido lo relaciono con las lecturas que elijo, los libros y autores que me acompañan y me ayudan a leer la vida de manera profunda. Es una espera que debe enriquecerse para abrir el panorama y no quedarme en la tentación de cerrarme solo a mi manera de pensar.

 Estoy dispuesto a vivir en dinámica de vigilancia, es tener la capacidad para reconocer las necesidades de las personas con las que vivo y me relaciono en mi entorno. Esta vigilancia es de servicio y disposición interior para saber reaccionar ante las necesidades de nuestros hermanos. El saber ofrecer mi atención profunda a la escucha, el tener detalles que ayuden a fortalecer la relaciones para que sean más vivas, mas profundas, más llenas de significado. Hace unos días que estuve de vacaciones en mi pueblo de la Quebrada, la región Andina de Venezuela. Noté que mi papá estaba ilusionado con un proyecto de siembra de café, mi actitud al inicio no era de mucho interés, pero cuando me di cuenta de mi actitud surgió en mi la necesidad de estar más atento y alegrarme con la ilusión de mi padre de seguir trabajando a pesar de su avanzada edad. Aquí puse a prueba mi actitud vigilante para mostrar un auténtico interés por el proyecto de papá.

 Yo puedo estar atento, alerta, es la forma de estar en dinámica de sintonizar con el acontecer mundial, la lectura de las noticias con actitud de compasión por lo que sucede en el mundo.  Como decía Madeleine Delbrêl, ¨¨amar es estar atentos a todo lo que sucede en la danza de la vida¨¨ Uno de los métodos de oración que más me ha ayudado en mi experiencia como cristiano es orar a partir de las noticias, contemplar el rostro del crucificado en el sufrimiento, pero también en las noticias que nos revelan la alegría de vivir.

 

Gracias a todos por su atención y leer mi experiencia del Evangelio.

Nuestro Santo Padre Calasanz siga guiando nuestros pasos.

 

 


jueves, 9 de noviembre de 2023

Alfabetizar el corazón

 

Alfabetizar el corazón 

Recorrer la comarca Esdovas, un lugar lejano y desconocido para Fanny, Zulay y mi hermana Morela, tres jovencitas estudiantes del liceo Patrocinio Peñuela Ruiz.
 
    Terminada la clase de biología, Morela se acerca a sus amigas para preguntarle ¿qué vamos hacer para desarrollar las horas de labor social? Fanny dice, podemos ayudar al profesor Gonzalo como asistentes en la clase de agricultura o pintar algún mural alusivo a la generosidad. Zulay dice, sería bueno impulsar un plan de alfabetización al menos para dos familias, ese tema me gusta y es una manera de generar un aporte más significativo para la vida de una persona. Toma la palabra Morela: amiga me gusta ese tema. Vamos a la Comarca Esdovas para realizar la primera fase del diagnóstico, visitamos a una familia, seguro será algo rápido.  
 
    Las amigas se organizan para emprender el viaje. Al día siguiente toman el camino del Corozo, subiendo por la comarca el Totumo para ir al antiguo camino real que conduce a Esdovas. Son tres horas de viaje en las que comparten la vida y contemplan el paisaje.
 
 
Amigas contemplemos la suave luz que inunda el cielo andino.
Los cielos y la tierra desde Esdovas entonan juntos
himnos de alabanza.
La diversidad de mariposas en el hondo zanjón
 del cerro de la cuchilla,
se mueven sin rumbo en un canto de amor,
tan llenas de colores.
Así el agua naciente fluye serenamente
haciendo de aquella tierra un dulce
 perfume para nuestra juventud.
 
 
    Hablan de sus sueños y las metas por asumir. Ya es el último año en el liceo. Experimentan la nostalgia que dejará el cambio de vida con los estudios universitarios. Comparten el valor de la amistad profunda y sincera. Al llegar a Esdovas se puede apreciar la maravillosa vista panorámica de La Quebrada y los distintos sectores de Loma del Medio, Los Cuartelitos, El Corozo y la carretera principal.


Vista panorámica desde el Quilombo


 
    Llegan a las primeras casas de la Comarca Esdovas, las familias les reciben con alegría. Las tres casas visitadas se denotan que saben leer y escribir y en otras dos casas manifiestan que no recibieron ningún tipo de educación. Ya no ven necesario aprender. Las muchachas algo desilusionadas siguen realizando las visitas, los ánimos se van apagando. Mejor nos hubiéramos quedado en casa planificando hacer un mural.  
 
    
    Las casas están separadas a una distancia considerable. Llegan al negocio del señor Homero, allí compran una malta y unas galletas. Piden información sobre otras familias.  Lauterio que está llegando de sembrar apios, les dice, muchachas; por allá en El Kilombo hay una abuelita que vive sola y le gustaría aprender a leer y escribir. Las muchachas se motivan y dicen, ¡vamos a visitar a la señora Benilde! La casa estaba a unos 15 minutos bajando por el cerro.
 
    Impresionadas por la vista desde un punto importante toman un atajo. Al rato de caminar notan que están perdidas. Ya no hay camino, solo monte. Llega la impaciencia y el conflicto entre las amigas. Morela toma la palabra. Epa dejemos la pelea, concentremos la poca energía que nos queda para buscar una salida. Luego de caminar en medio de un chiribital, salen al camino llenas de garrapatas, divisan una casita muy bonita. Llega la emoción y la alegría, se acercan con gozo a la humilde morada de la abuela.  Tienen hambre y sed, ya son las tres de la tarde y quedan cuatro horas de camino para regresar.
 
    La casita es muy pequeña, es de bahareque. Al llamar con la expresión característica de nuestros pueblos, ¡epaleeee!, sale una señora y detrás de ella una culeca con doce pollitos.  
 

Un rostro lleno de generosidad


Mirada de Bondad 

    Doña Benilde tiene el rostro lleno de arrugas, una mirada profunda y una sonrisa que transmite generosidad. Con una actitud de profunda acogida les invita a pasar. Hay un aroma encantador a flores que sale de la sala, donde está el altar de los santos. Una imagen de la Sagrada Familia está alumbrada con un cabito de vela de cera.
 
¡Buenas!  ¿Cómo está usted, señora? La señora sonrió y les dijo, muy bien gracias a Dios y a la Virgen.
 
¿Y eso? muchachitas, ¿Qué hacen por aquí caminando por estos lares?
 ¡Esto sí es un milagro, porque aquí casi nadie me visita!
A veces vienen unos muchachitos de Virginia a pastorear unas vacas.
 
    Morela con cara de cansancio y mucha sed, le dice a la señora: llevamos varias horas caminando, nos perdimos en medio de todo este monte. La doña, nota el cansancio y el hambre y las invita a pasar a una pequeña cocina muy iluminada y en orden. U
n gatito estaba al lado del fogón calentándose.
    Benilde les ofrece desde la sencillez, agua fresca y un relleno de arepa de harina de trigo con cuajada de vaca. La abuelita dice: esa cuajada me la regaló la señora Virginia, pues, el otro día fui a su negocio a comprar sal y pregunté por la cuajada, pero como no me alcanzó los bolívares, ella me dijo llévatela no importa, si no tiene cómo pagarla yo se la regaló con mucho cariño. Yo le dije, ay, Dios le pague, que no tenía con qué rellenar la arepa en esta semana. Mi hija, que vive en Quebrada de Cuevas, no pudo subir esta vez a traerme la plata de la pensión.
Las muchachas sintieron un movimiento en su corazón. Aquella pobre mujer les recordaba a la viuda del Evangelio de la misa del domingo:
 
"Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda,
miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca;
y muchos ricos echaban mucho.
Y vino una viuda pobre, y echó dos moneditas.
 Entonces llamando a sus discípulos, les dijo:
De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ella, de su pobreza echó todo lo que tenía para vivir"
(Marcos 12:41-44)
 
    Y se decían, y ¿cómo le vamos a comer lo poco que le queda? Pero la señora insistía, coman muchachitas que el camino es largo. Necesitan recobrar fuerzas. ¡Dios es bueno y providente y nos quiere bien, cuando uno menos acuerda, Él se manifiesta!
 
    Fanny le preguntó, mientras se comía la arepa. ¿Señora, usted sabe leer y escribir? La señora se puso un poco conmovida ante la pregunta. Y le dijo, ay, hija, yo no pude ir a la escuela porque nosotros éramos muchos en la casa, la escuela quedaba en el pueblo o en el Corozo y era muy lejos para nosotros asistir. Y alguien tenía que quedarse a cuidar del ganado y ayudar a mi mamá asistiendo a tantos obreros. Algo tratamos de aprender, yo sólo sé medio firmar. ¿Te gustaría aprender a leer y escribir? La señora le contesta sonriendo. ¡Ay, hija, pero el loro viejo, ya no aprende a hablar! Pero siempre he querido aprender a leer y escribir, a veces se me vienen versos a la mente que quisiera escribir porque luego los olvido.
 
    Morela dice, doñita, sí sé puede con dedicación. Todos los días practicando. La abuelita responde, pero ¿quién me va a enseñar si yo vivo tan lejos? ¿Y ustedes no van a venir todos los días para acá? Y además estoy esperando una respuesta de mi hija, porque posiblemente me iré a vivir con ella a Quebrada de Cuevas. Allí puede haber algún plan del que ustedes están hablando. O hasta ustedes mismas toman el bus o una cola y me enseñan. ¡Sí me gustaría aprender a leer y escribir! Sobre todo, mi sueño es leer la Biblia. La señora se fue a un altarcito que tenía en la sala. Y les dijo, aquí tengo una Biblia vieja como yo, pero es la Palabra de Dios. A veces llega Violetita la de Virginia y le pido que me lea el salmo 136 que me gusta mucho.[1]


                                    Asombro y estupor

    Las muchachas no salían del asombro de todo lo que estaban experimentando en aquel humilde hogar. Es como si estuvieran aprendiendo a leer un alfabeto nuevo. El alfabeto de la bondad de Dios, presente en la hospitalidad de aquella buena mujer que solo vivía con un gato, una gallina, doce pollitos y un gallo. En medio de su realidad quería aprender a escribir para apuntar en el papel la inspiración del Espíritu Santo en su corazón. Tenía el deseo de leer los sentimientos de Dios Padre y su Hijo Amado, revelados en las Sagradas Escrituras.
 
    En este lugar tan alto de la Cordillera Andina se forja en el alma un profundo sentimiento de gratuidad, hacia el Misterio de Dios. La naturaleza, la elocuencia del silencio, la cercanía de las estrellas, los rayos del sol, las siembras, los animales domésticos, la solidaridad de los vecinos, te van como transportando a una dimensión nueva y Sagrada. Pues todo lo que llamamos vida está colmado de encuentros y presenciación. Las jovencitas se dejaron impregnar de una escucha que es sagrada.  
 
    Las muchachas terminaron la comida, juntas le agradecieron a la señora su gesto de generosidad. Y ella les indicó un nuevo camino que no tenía pérdida; las llevaría directamente al camino real que conduce a la carretera.  Se fueron muy agradecidas por la hospitalidad y sobre todo por la atención recibida. Van conversando por el camino sobre ese acontecimiento y de cómo a veces los planes cambian para bien. Morela, dice. ¿Quién iba a pensar que nosotros nos íbamos a perder y a tener esta aventura de estar por aquí tan lejos de casa? Ya deben estar preguntando por nosotras. Pero lo importante fue lo que hoy hemos aprendido de esta buena señora.
 
    Fanny dice, me ayudó a reconocer lo bonito de nuestros paisajes y los rostros de nuestra gente. Muchas veces estamos en casa y no valoramos lo que tenemos, no conocemos nuestro pueblo. Pero lo importante es la vida de la gente, su fe, los valores profundos que guardan en su corazón. Hay realidades de sufrimiento y pobreza. Y hoy pudimos percibir el esfuerzo que nuestros paisanos realizan para poder ganarse el pan de cada día. Zulay suspira y dice, me siento invitada a valorar todo lo que tenemos en casa. Esta pobre gente no tiene agua por tubería, esperan la lluvia que viene de la providencia de Dios. De repente voltean y ya no ven la casita, no habían caminado ni veinte metros. Solo se veían dos árboles inmensos. Se asustaron y al llegar a sus casas preguntaron por aquella buena mujer y nadie sabía nada de ella.
 
    Entonces le contaron al señor Asunción Moreno lo vivido y él les dijo: esa montaña está encantada. Son muchos de nuestros antepasados que cuentan de una buena mujer llamada Benilde, siempre estaba ayudando a los necesitados. En su casita siempre había alimento para los huérfanos, los enfermos y las viudas. Tenía fama de santidad por las obras que realizaba. También otra historia dice que un día un médico de Isnotu, le regalo una Biblia. Fue la primera biblia que llegó a estas tierras, ella buscaba a las personas que supieran leer para enseñarles el mensaje de la salvación. En las fiestas componía canciones y tonos a pura memoria. Pero un día nunca más se supo de ella.  Seguro se fue derechito al cielo.
 
    Fanny, Zulay y mi hermana Morela se quedaron sin palabras y con el deseo de seguir el ejemplo de doña Benilda. Entendieron que la labor social no es solo cumplir unas horas, es vivir la fuerza del Evangelio en la vida cotidiana. Hay mucha necesidad de alfabetizar los sentidos, el corazón y la mente para poder leer la bondad de Dios en la realidad. Para escribir cada experiencia en el testamento del alma, esa es la mejor herencia que podemos dejar a los que  vienen detrás de nosotros.
 

 

Cocina y comedor 

Cuadro de la Sagrada Familia 


Anastasia y sus pollos 


Vista del Cerro de la Cuchilla






 

 Freddy de Jesús ARAUJO SchP. 
 Roma 15-11-2023



[1] ¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor!  Catholic.net - El lugar de encuentro de los Católicos en la red

 




19 La burrita de mi padrino Chico.

  19 La burrita de mi padrino Chico. Había una vez una burrita llamada Anastasia, de unos días para acá se empezó a entristecer Pobrecita...